Chile, elecciones y un “College” a la chilena: juguemos con los datos
- Diego Vásquez
- 21 abr
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 30 abr
“¿Y si nuestro presidente se eligiera como en Estados Unidos?” Esa pregunta me rondaba la cabeza en 2017, después de la sorpresiva victoria de Donald Trump. El resultado me llevó a traducir el Sistema de Colegio Electoral al mapa político chileno y recrear todas las presidenciales desde 1989. Hoy, en año electoral, retomamos aquel borrador, lo profundizo con las elecciones de 2017 y 2021, y lo presentamos como un experimento abierto para que cualquiera pueda replicarlo y discutirlo.

2025 es año de elecciones presidenciales. Mientras los sondeos se mueven semana a semana, vale la pena jugar con un contrafactual interesante: ¿Qué pasaría si Chile eligiera a su Presidente mediante un Colegio Electoral al estilo norteamericano?
1. El ABC del Colegio Electoral estadounidense
Federalismo y equilibrio.
Cada Estado recibe electores igual a sus representantes en el Congreso: 2 senadores + N diputados según población. Por ejemplo: el Distrito de Columbia suma tres. Esto implica que existen 538 electores; y se requieren 270 para ganar la presidencia.
Voto indirecto, regla winner‑take‑all.
Salvo Maine y Nebraska, quien obtenga la mayoría popular en un Estado se lleva todos sus electores. Ese mecanismo, creado en 1787 para balancear a los Estados grandes y pequeños, favorece los territorios bisagra y permite que un candidato triunfe sin la mayoría nacional (como pasó en los años 2000 y 2016).
270 votos o Congreso.
Si nadie alcanza 270, la Cámara de Representantes elige al Presidente por delegaciones estatales (sucedió en 1824). Una rareza que recuerda que el sistema es menos “democracia directa” y más “pacto federal”.
2. De 270 a 80/104: Construyendo un "College criollo"
Chile no es un Estado federado, pero comparte un Congreso bicameral: hoy 155 diputados y 50 senadores. El truco consiste en asignar a cada territorio chileno un número de “votos electorales” equivalente a la suma de sus diputados (2 por distrito pre reforma 2015) y su porción de senadores. El resultado son 158 votos, por lo que se necesitan 80 para ganar. Elegí los 60 distritos vigentes entre 1989‑2013 porque capturan mejor la diversidad interna que las 15 regiones.
Para las elecciones de 2017 y 2021 usamos la nueva división de 28 distritos (tras la reforma de 2015) y recalculé los votos electorales a partir de los 155 diputados y 50 senadores actuales (total 205 votos; se necesitan 104 para ganar). Las bases provienen de los boletines oficiales del Servel (Resultados electorales Servel).
La receta de la simulación es sencilla:
Paso | Decisión | ¿Por qué? |
1. Elegir unidad territorial | Usamos los 60 distritos electorales vigentes entre 1989‑2013 y los 28 actuales desde 2015. | Los distritos reflejan mejor la diversidad que las 15 regiones y permiten cierta competencia interna. |
2. Asignar “votos electorales” | A cada distrito le corresponden sus diputados + la fracción de senadores de la región (ej.: Región de Coquimbo: 2 senadores ÷ 3 distritos = 0,67 senador por distrito). | Imita la regla de EE. UU.: representación territorial + población. |
3. Definir la mayoría | Con 158 votos (Congreso pre‑reforma) se necesitan 80; con 205 votos (Congreso actual) se necesitan 104. | Mitad + 1, igual que los 270 sobre 538. |
3. ¿Qué ocurrió cuando pusimos las reglas de Estados Unidos sobre nuestra historia?
Elección | Candidato 1 | Votos Electorales | Candidato 2 | Votos Electorales | Otros Candidatos |
1989 | Patricio Aylwin | 156 | Hernán Büchi | 2 | — |
1993 | Eduardo Frei | 158 | Otros candidatos | 0 | — |
1999 | Ricardo Lagos | 81 | Joaquín Lavín | 77 | — |
2005 | Michelle Bachelet | 153 | Sebastián Piñera | 3 | Joaquín Lavín (2) |
2009 | Sebastián Piñera | 144 | Eduardo Frei | 14 | — |
2013 | Michelle Bachelet | 154 | Evelyn Matthei | 4 | — |
2017 | Sebastián Piñera | 205 | Otros candidatos | 0 | — |
2021 | José Antonio Kast | 102 | Gabriel Boric | 88 | Franco Parisi (8), Yasna Provoste (7) |
2021 (2da vuelta) | Gabriel Boric | 152 | José Antonio Kast | 53 | — |
Hallazgos clave y curiosidades
Nunca cambia al ganador… pero altera la narrativa. El “College criollo” nunca habría cambiado al ganador respecto del voto popular, pero amplifica las diferencias: Bachelet 2005 salta a 88 puntos electorales de diferencia; Lagos y Lavín, separados por 31.000 votos, quedan a un distrito de distancia que se definió por 560 votos.
Menos segundas vueltas. Con esta regla casi todas las presidenciales se decidirían en primera vuelta, con excepción de la última elección de 2021 donde ningún candidato logró la mayoría de votos electorales (104): bastaría triunfar en 14 a16 distritos relevantes para superar los 104 V.E. y quedarse con el sillón presidencial.
Emergen distritos bisagra. Entre 1989‑2013, 28 de los 60 distritos cambiaron de bando al menos tres veces; el más volátil fue el D‑36 (Curicó‑Maule norte), que habría dado la presidencia a Lavín si su diferencia de 560 votos se invertía en 1999.
4. Los Distritos Bisagra (análisis pre reforma)
Este tipo de análisis solo puede realizarse para las elecciones anteriores a la reforma electoral de 2015, cuando aún existían los 60 distritos históricos. La razón es simple: con la nueva conformación territorial de 28 distritos, solo hemos tenido dos elecciones presidenciales (2017 y 2021), lo que no permite observar patrones de comportamiento estables en el tiempo.
Inspirados en la idea de los “swing states” en el sistema electoral estadounidense (aquellos territorios que oscilan entre partidos y definen muchas veces el resultado presidencial), nos preguntamos si es posible identificar algo similar en el caso chileno. Es decir, ¿hay distritos que sistemáticamente votan por la misma coalición? ¿Y otros que se comportan como "bisagra", cambiando su preferencia dependiendo del contexto político?
Para responder a estas preguntas, realizamos una revisión de los resultados distritales simulados bajo el modelo de "college criollo", clasificando cada distrito según la coalición mayoritaria que concentró sus votos electorales en cada elección. Para simplificar el análisis, agrupamos a los candidatos en dos grandes bloques: centroderecha y centroizquierda.
Luego, para cada distrito, contamos cuántas veces votó mayoritariamente por cada coalición a lo largo de seis elecciones presidenciales entre 1989 y 2013.
Con base en esto, se definieron tres categorías:
Distrito Sólido: votó en todas las elecciones por la misma coalición.
Distrito con Inclinación: votó por la misma coalición en al menos 5 de las 6 elecciones.
Distrito Bisagra: votó 3 veces por cada coalición, o 4 por una y 2 por la otra.
Los resultados son sugerentes. De los 60 distritos analizados:
5 distritos fueron sólidos, todos a favor de la centroizquierda.
27 distritos mostraron una inclinación, en su mayoría también hacia la centroizquierda.
28 distritos, es decir casi la mitad, se comportaron como bisagra, sin una preferencia clara y constante.
Tipo de Distrito | Nº Distritos | Votos Electorales | % del total de votos |
Sólido | 5 | 13,6 | 8,6% |
Con inclinación | 27 | 69,8 | 44,2% |
Bisagra | 28 | 74,6 | 47,2% |
Total | 60 | 158 | 100% |
Desagregando por coalición:
Tipo de Distrito | Nº Distritos | Votos Electorales | % del total |
Sólido Centroizquierda | 5 | 13,6 | 8,6% |
Inclinación Centroizquierda | 26 | 67,5 | 42,7% |
Inclinación Centroderecha | 1 | 2,3 | 1,5% |
Bisagra | 28 | 74,6 | 47,2% |
Total | 60 | 158 | 100% |
Uno de los hallazgos más llamativos es que no existe ningún distrito que haya votado sistemáticamente por la centroderecha en todas las elecciones del periodo. Esto se debe en parte al amplio triunfo de Eduardo Frei en 1993, cuando ganó la mayoría absoluta de los distritos. Sin considerar esa elección como excepción, solo hay un distrito con una inclinación clara hacia la derecha: el Distrito 23 (correspondiente a Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura), que votó 5 veces por la coalición de centroderecha.
Este tipo de análisis territorial permite visualizar cómo se podría haber dado la competencia política bajo un sistema de votación indirecta, y cómo algunas unidades territoriales habrían concentrado el interés estratégico de las campañas, como ocurre con los swing states en EE.UU. Bajo este modelo, casi la mitad del electorado distrital habría estado “en juego” en cada elección presidencial.
5. ¿Por qué importa jugar con este contrafactual?
Ilumina la geografía del poder: cuando la regla es “el ganador se lleva todo”, los incentivos de campaña se concentran en territorios‑bisagra y los temas locales se vuelven nacionales.
Muestra la fragilidad del mandato: el 0,4 % que separó a Lagos y Lavín se habría transformado en un mandato sólido de 80‑78… o en una derrota “por un distrito”.
Cuestiona las segundas vueltas: un “College criollo” reduciría el costo logístico de un balotaje, pero a costa de proporcionalidad y participación diferenciada.
¿Quieres ver los detalles?
Te dejamos a disposición los archivos con los análisis completos de las elecciones 2013, 2017 y 2021, en formatos .Rmd (código en R) y las bases con resultados en .xlsx. Puedes revisarlos, replicarlos, o incluso modificarlos si quieres seguir experimentando con tus propias reglas.
Cambia la unidad geográfica: ¿Qué pasa si usas comunas o regiones?
Integra abstención: modela un “voto electoral condicionado” al 50 % de participación.
Incorpora el Voto en el Extranjero post reforma: el modelo actual considera solo la votación en el territorio nacional. Piensa en cómo incorporar la votación en el extranjero dentro de los Votos Electorales y ver cómo influyen en el resultado.
Comparte tus hallazgos en los comentarios. La idea no es defender ni atacar el sistema, sino experimentar con evidencia para comprender cómo las reglas moldean la democracia.
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